viernes, 29 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (13): LA MIRADA EN CRISTO

Seguimos el CAMINO con Teresa, y ya estamos en el capítulo 26 de su libro, dedicado a iniciar a sus hermanas, y a nosotros, en el camino de la oración. El título de este capítulo nos da la primera pista de lo que vamos a leer: "va declarando el modo para recoger el pensamiento", es decir "recogimiento", ya sea en la oración vocal o mental. Lo que importa es interiorizar la oración,  hacerla cada vez más sencilla y contemplativa (porque esa es la ruta, ya lo dijimos: entrenamiento en la oración vocal para ahondar en la mental, con mirada puesta en la contemplación). Pero a Teresa no le alcanzará un capítulo para esto, y dedicará  por lo menos otros tres en presentar este asunto, y seguirá hablando de ello hasta el final. 

 En los dos primeros, 26 y 27, dirá Teresa que lo principal para recoger el pensamiento es centrar la mirada en Cristo. Recogerse es acogerse a Él, a su presencia, a su compañía. El recogimiento, como la oración misma, tiene que ser decididamente cristológico. 

 En los dos capítulos siguientes, 28 y 29, insistirá en el aspecto psicológico, y dirá: "recogimiento es cuando el alma recoge todas las potencias y se entra, ella misma, dentro de sí...", redescubriendo el propio castillo interior. 

Así, queda completo el proceso teresiano oracional:

1. Centrar la atención en Cristo (y desde Él aprender a decir Padre...).
2. Interiorizarse: convocar lo exteriorizado de uno mismo, a las moradas del propio castillo interior.
3. Ambas cosas anteriores precedidas de una buena base de virtudes prácticas, para que la oración no quede descolgada de la vida.
4. Gran apertura y disponibilidad a la acción de Dios sobre nosotros y sobre nuestra oración.

Veamos entonces este CAPÍTULO 26:

PRIMERO: EDUCARSE EN LA PRESENCIA DE ÉL.  Para Teresa, ya lo sabemos, la oración es cosa de dos, tratar de amistad, compartir camino; absolutamente relacional  y dialogal, engranaje de escucha y de palabra. Por tanto, orar es buscar la compañía de Cristo, una presencia real y envolvente que arropa y traspasa mi vida, pero que necesita de mí.

SEGUNDO: EDUCAR LA MIRADA. El verbo "mirar" aparece repetido una y otra vez en los #3,4 y 5, y no habla de los ojos de la cara, sino de una mirada interior, de los ojos del "alma", reeducando los sentidos, disciplinando, para que "juntos andemos, Señor". 

TERCERO: EDUCARSE A LA ESCUCHA Y A LA PALABRA: No hay amistad sin comunicación, sin diálogo vivo y constante. 

CUARTO: ACOSTUMBRARSE: No se trata de un ejercicio voluntarioso o gimnástico, ni es cosa de días; es importante educar la mente y doblegar el espíritu, educar la fe y el amor, educar el sentido de Dios. Exige fidelidad, constancia, espera amorosa y sacrificada. 

Teresa regala tres IMÁGENES para provocar el recogimiento: la de la mujer casada y enamorada, atenta al esposo; la del alma en extravío, que necesita volver a casa; y la imagen del Maestro amigo, gozoso de acoger y comunicar. También encontraremos muchas expresiones, cortas, con una gran carga teológica y espiritual; las podemos buscar y subrayar a lo largo del capítulo.

(Resumen de ideas del P. Tomás Álvarez, ocd)




miércoles, 27 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (12): ¿REZAR ES ORAR?

Como hemos visto en los capítulos anteriores, Teresa participa de una polémica muy presente en su tiempo: el de la contraposición entre oración vocal (para el pueblo llano, para mujeres) y la oración mental (siempre bajo sospecha). Y ahora, en el capítulo 24 y siguiente sigue hablando de oración interior como peldaño previo a la contemplación, ante un grupo de lectoras contemplativas, y torna a la oración "rezada": cómo rezar oración vocal con perfección, anuncia el título. Y ella marcará pauta desde el comienzo al defender que la oración vocal y la mental han de ir unidas, que no hay oración vocal sin contenido mental y que los rezos básicos del cristiano (Padrenuestro Avemaría, Credo...) son un excelente peldaño en la escala de la oración y en su aprendizaje. 

Una pregunta¿Basta con decir las palabras para que sea oración? Sabemos que el rezo maquinal, apurado, producto de la costumbre, y realizado con sólo pronunciar palabras, no tiene nada que ver con "tratar de amistad", y por tanto no es ni puede llamarse oración. Ya lo dijo antes, recordemos, en este mismo libro (22,1, y 22,8). Pero Teresa sabe que el asunto no es tan elemental, porque se topa con las polémicas de su tiempo, y con la experiencia de sus lectoras. 

 Las religiosas hacen a diario una oración litúrgica en latín, con grandes dificultades para leer y rezar, para descifrar abreviaturas y los caracteres góticos de los libros corales. Ellas no entienden lo que leen, y por tanto: ¿Están o no están haciendo oración? Los letrados de turno le aseguran a Teresa que sí, que eso basta, que es suficiente la recitación en el coro, aun cuando no entiendan lo que dicen, y que la Iglesia suple, pues es oración en común con toda la Iglesia. Ella no quiere entrar en la polémica, y dirá que no se entromete en ese asunto, pero que ella aconseja no contentarse con eso


La otra cuestión es que realmente hay personas, y ella ha conocido algunas, que no pueden recogerse ni orar con el entendimiento (mentalmente), o que han interiorizado los prejuicios existentes sobre ese tipo de oración; también en los momentos de cansancio se hace difícil entender, o también otros de total impotencia para orar interiormente. Incluso, ya lo dijo antes, Dios tiene muchos caminos, y por ello pueden llegar personas así a sus comunidades. En esos casos: ¿Hay o no hay verdadera oración?

¿Qué consejos dará Teresa para superar ese problema?

Primero, una consigna fundamental: jamás contentarse con una oración de solo palabras; no rezar "por costumbre", maquinalmente. Lo dirá luego en MORADAS (I, 1.7)

Segundo: Más allá del contenido de la oración, prestar y avivar la atención al Otro, al destinatario mismo de la oración. Dirá: "Cuando digo Credo, razón será que entienda y sepa lo que creo; y cuando digo Padre nuestro, amor será entender quién es este Padre nuestro y quién es el maestro que nos enseñó esta oración". Alternancia de razón y amor, para entender qué y a quien hablamos. 

 Detrás de nuestro oración siempre está Cristo: él es maestro orante en cada cristiano que ora, nunca está lejos cuando oramos; es evidente el sentido personalista y relacional de la oración teresiana. Entre el orante y Jesús has de haber un flujo intermitente. La oración que propone Teresa es básicamente cristocéntrica. 

Un tercer consejo de Teresa, condensado en una sencilla frase: "a solas".  Que tampoco en la oración vocal falte esa dimensión religiosa de la relación personal con Cristo o con Dios. Es una soledad en compañía, porque estamos "a solas, pero con Él". 

Finalmente, un cuarto consejo: Todo eso hay que trabajarlo, es decir, implica una seria tarea de autoeducación, disciplina interior, autodominio, esfuerzo propio. 

Para todo lo anterior hay una excepción: hay tiempos y situaciones de absoluta incapacidad parea orar, embotamientos del espíritu en los que la mente se niega a seguir, acoger o refrendar las palabras rezadas con los labios. Desde su propia experiencia, aconseja: en ese caso, no se empeñe y espere tiempos mejores. (Podemos leer Vida 30, nn. 11,15,16,18....; Relación 1, 16). No se trata de abandonar la oración, eso nunca, sino de hacerla como se pueda, hasta que cambien las cosas y estemos mejor dispuestos. 

El Capítulo que sigue, el 25, complementa lo que hemos leído en este: Teresa no ve la oración vocal como algo desdeñable frente a la mental; cuando se hace bien, tal y como ella aconseja, esa oración vocal es una suave palanca elevadora que pone al orante a tiro de contemplación

Es como una cadena formada por tres anillos: una cosa es orar rezando, otra es "oración mental", y otra muy diversa "contemplación perfecta". En realidad no hay oración rezada, que sea verdadera, que sea solo de palabras; que la oración mental es saber qué y con quién hablamos, y contemplación perfecta es algo que está más allá de todo eso, es don del Señor, que no se puede merecer ni con todos los trabajos. Los tres anillos están engarzados uno con el otro; la contemplación perfecta puede brotar y florecer de la oración rezada. 

(Resumen realizado a partir de texto del P. Tomás Álvarez, ocd)

lunes, 25 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (11): Orar, ¿QUÉ ES?

El capítulo 22 de CAMINO es un momento fundamental del libro de Teresa, y lo preside un título breve y claro: "En que declara qué es oración mental". En este capítulo Teresa glosa su famosa definición de la oración, aparecida en Vida 8,5: "Tratar de amistad... con quien sabemos nos ama". Se trata de tratar con Él y dejarse tratar por Él. Es un capítulo muy experiencial, recoge tanto de su propia vida de oración como de sus luchas con el entorno de ambiente y su época. Teresa en la misma medida en que intenta teorizar sobre el tema va orando, dialogando con Dios a lo largo de todo el capítulo. Es un hablar de modo alterno con Dios, con sus hermanas, e incluso con aquellos que no entienden su camino.  Es un capítulo de fuerte impronta pedagógica, polémico y en el que sale su papel de madre espiritual. que quiere evitarle escollos a sus hijas. 

¿Qué dice Teresa aquí acerca de la oración mental?

#1: Comienza tocando la distinción que se hace habitualmente entre oración vocal y oración mental.  Dice que toda oración, aunque sea vocal, tiene que interiorizarse; mirar quién es el que habla y quién aquel con quien hablamos. "Pues nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca".
#2: Reclama a los que dicen que la oración mental no es necesaria, que basta con la vocal. 
#3: "Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal". Recuerda sus propios trabajos, y dice que es cosa dañosa ir por este camino con miedos, que es necesario entender que van bien. Que siempre antes de orar vocalmente (Horas, Padrenuestro, Rosario) hay que pensar con quién se habla.
#4: Que no hace falta ser letrado, ni hacer grandes consideraciones para hablar a este Rey, pero "no porque él sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos". 
#5 y 6: Reclamos y oraciones.
#7 y 8: Insiste  en lo importante de saber quién es aquel a quien hablamos: "En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede; su querer es obrar". Pone comparación del trato de la esposa con su esposo, y termina diciendo que entender estas verdades es oración mental: "No me estéis  hablando de Dios y pensando en otras cosas".


Algunos aspectos a resaltar del capítulo:

1. Teresa reduce prácticamente  el contenido doctrinal del mismo a un solo dato: apunta, repite, subraya lo que considera la quintaesencia de la oración. Ya antes  había elaborado un pequeño tratado sobre la oración que insertó en su autobiografía (Vida 11-22). y ha discernido lo que es orar bien y orar mal, y desde su propia búsqueda ha definido la oración (Vida 8,5).

2. Para Teresa, más que protocolos de grandeza, palabras, ritos, técnicas de recogimiento, lo esencial es el TRATO, la AMISTAD, y por ello la toma de consciencia del "quién con quién". Caer en la cuenta de "con quién vas a hablar y quién es el que habla". Si se entienden estos dos puntos la oración va sobre rieles.

 3. Tres puntos básicos entonces: Tratar, quién con quién, y luego estar con él, o cabe él. Utiliza estos verbos: entender, pensarlo, mirarlo, hablar, conocerlo... "que nunca acabaréis de entenderlo  como Él se merece".  Y todo eso para dejarnos modelar por él, "para hacernos de su condición".  

Y lo resume tajante: "Esto es oración mental, hijas mías, entender estas verdades".

Pasemos entonces al capítulo siguiente, el 23, en el que "trata de lo que importa no tornar atrás quien ha comenzado camino de oración" e insiste en lo de la "determinada determinación". Es un capítulo breve, que corona el programa ascético de este libro Tras haber expuesto las tres virtudes básicas (amor, desasimiento, humildad), y antes de entrar a fondo en el tema de la oración (capítulo 24) ella vuelve a recordarnos que hay que determinarse a "ser siervos del amor", porque como dice la palabra evangélica: "de los esforzados es el Reino". 

Una cosa tiene clara: no hay oración auténtica sin vida cristiana, y esa vida se encarna y expresa en unas virtudes evangélicas netas, prácticas y claras. Al hablar de "determinación" se refiere a la voluntad, al sí radical al Evangelio; el seguimiento tiene que implicar los estratos más profundos del ser humano, no solo la superficie. Dos objetivos concretos propone: uno, no tornar atrás, no abandonar el camino una vez comenzado; el otro, decisión de reservar para la oración un tiempo de cada jornada, y ese tiempo dárselo a Dios de verdad ("libre el pensamiento y desocupado de otras cosas"). Palabra clave para Teresa: DARSE, darle a Dios nuestro tiempo, entregarle la propia vida. 


Las razones de esa "determinada determinación", Teresa las rumia detenidamente, y podríamos describirlas así: una razón de amor, otra de estrategia ascética, y la tercera de eficacia psicológica. 
Primero: Exigencia de amor; a quién nos ama y nos da tanto, no es razonable que nosotros le demos a medias. 
Segundo: Estrategia defensiva en la lucha ascética. Un espíritu decidido es menos vulnerable, y así dice en Moradas II: "porque si el demonio le ve con una gran determinación de que antes perderá la vida y el descanso que tornar atrás, muy más presto le dejará". La determinación es una coraza contra la propia fragilidad, la cobardía, los propios miedos.
Tercero: La eficacia combativa. Quien va determinado "pelea con más ánimo". Si el soldado no está decidido a darlo todo por la victoria, el miedo le puede. Así, la ascesis de la voluntad se convierte en fortaleza para la vida. 

A la propia Teresa le costó alcanzar esa determinación, y batalló consigo misma por muchos años, pero alcanzó a comprender que ese esfuerzo tiene una dimensión de gracia que nunca falta: "No hayáis miedo os deje morir de sed el Señor que nos llama a que bebamos de esta fuente". Conocer la bondad del Señor es el mejor antídoto para nuestra cobardía; que "es gran cosa haber experimentado con la amistad y regalo que trata a los que van por este camino". 

(Ideas tomadas de los escritos del P. Tomás Álvarez, ocd)

domingo, 24 de noviembre de 2019

ORAR ES...

"Ama siempre la oración... Cuando te aconsejo la oración, no se trata de imponerse una cantidad de oraciones vocales para rezarlas diariamente. Hablo, más bien, de esa elevación del alma a Dios a través de todas las cosas que nos constituye en una especie de comunión ininterrumpida con la Santísima Trinidad, obrando con sencillez a la luz de su mirada"

Santa Isabel de la Trinidad

martes, 19 de noviembre de 2019

CAMINANDO CON TERESA (10): DEFENSA DE LA ORACIÓN...

El capítulo 21 de CAMINO es una defensa  audaz de la oración, el corazón del libro de Teresa. Ella toma partido en la polémica que se establece entre teólogos e inquisidores contra contemplativos y espirituales; polémica en la que participan grandes figuras de la Iglesia de su tiempo: Melchor Cano, Fernando de Valdéz, Granada, Carranza, Juan de Ávila, Francisco de Borja... Ellas, mujeres dedicadas a la oración, llamadas a la contemplación, no pueden soslayar esta situación conflictiva, deben posicionarse, tener ideas claras sobre este asunto, y defender su opción vital. Es lo que hace Teresa. 

  En el borrador del libro Teresa había dividido el tema en dos capítulos, pero luego en la redacción definitiva los unió, pero insistiendo en los mismos temas: conjurando miedos y  disparando contra opositores de carne y hueso. Es un capítulo audaz, que se lee con ganas, y en el que aparece la mujer valiente, irónica y atrevida, que defiende un camino para ella y sus hermanas de San José. Se trata de la tensión conflictiva, presente siempre en la historia de la espiritualidad cristiana, entre acción y contemplación, o más bien de la resistencia de la acción a la contemplación. Los orantes eran mirados con sospecha y aprensión, puestos a la par de luteranos e iluminados. 

Al escribir este capítulo, Teresa tiene muy presente su propia experiencia: en torno a sus 40 años ella desemboca en el océano de la contemplación, con grandes gracias místicas, para convertirse en una orante convencida y proselitista. Pero esa hora de gracia acaece en un momento de crispación eclesial en su entorno, con ramalazos de ortodoxia y antifeminismo. De la reacción contra  casos aislados se pasa al rechazo de toda experiencia de mujer, sin excepción. Y también se recela de todo libro escrito en lengua vulgar, y contra la comunión frecuente... Ella cuenta en Vida 26,5 que se le impone la entrega de los libros de oración que solía utilizar, y algún teólogo llegó a prohibirle la oración y la comunión, e imponerle gestos grotescos, hasta llenarla de temores. 

En resumen: quitarle los libros, quitarle las comuniones, prohibirle la oración y llenarla de miedos.  Así, cuando Teresa escribe este capítulo todo eso ya quedó atrás, pero está fresco en su memoria, y no quiere que sus lectoras pasen por lo mismo, ni que asuman prejuicios contra la vida orante o la formación espiritual a base de libros comprensibles. 


Ahora se podrá entender mejor el ímpetu con el que Teresa escribe estas páginas, y lo mismo otras partes del libro. Rechaza y condena todo eso con una frase: esos que quitan libros y atacan la oración y a los contemplativos, "huyen del bien para librarse del mal. Nunca tan mala invención he visto. ¡Bien parece del demonio!".  Teresa lo tiene claro. Cada vez que en la Iglesia prevalece el miedo al mal sobre el amor al bien se produce esa fuga fatal: huir del bien para librarse del mal.

Esta defensa de Teresa continúa luego en el capítulo siguiente, pero ahora dialoga con sus lectoras en un tono maternal y a la vez combativo. Estas son las ideas fundamentales:

1. Nada de miedos: ni incertidumbres ni encogimientos; altos ideales y pensamientos. 
2. La oración es camino seguro, real, divino.
3. Comenzar fundadas en palabras del Evangelio, que esas no se las pueden quitar. 
4. No basta comenzar con miedo: hay que hacerlo con una "determinada determinación". 
5. Determinarse sí, pero sin arrogancia ni autosuficiencia, con humildad. 

 Ya podemos imaginar que estas páginas de CAMINO sufrieron lo suyo a la hora de editarse y publicarse, por el recelo de teólogos y censores; unos celosos de la doctrina, y otros cuidando la ortodoxia de Teresa para que no sufriera tropiezos la divulgación de sus escritos. En aquellos tiempos recios queda visible la postura de unos y de otros...

(Ideas resumidas a partir de los escritos del P. Tomás Alvarez, ocd).




FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...