La conexión más importante de Santa Teresa de Ávila con la cultura norteamericana ha sido su influencia en la periodista y activista social Dorothy Day (1897-1980). Forzada a abandonar sus estudios universitarios por motivos económicos, su fuerte conciencia social le llevó a ejercer el periodismo para abogar por la justicia de los trabajadores y los pobres. Sentimentalmente su vida parecía fuera de control: romances fallidos, embarazo de uno de ellos, aborto voluntario y, a continuación, convivencia con un ateo militante con quien tuvo una hija, que decidió bautizarla como católica. Esta decisión desencadenó su separación, bautizándose ella un día después (su familia originaria era protestante). Un año más tarde recibió la confirmación. Desde ese momento, Dorothy vivió humildemente como madre católica soltera y llevó una vida piadosa que culminaría a sus 58 años como Oblata benedictina.
Junto con Maurin (modesto inmigrante francés que había abrazado el celibato, el espíritu franciscano de pobreza y el ideal de un orden social impregnado con los valores básicos del Evangelio) fundó el movimiento intelectual y social "Catholic Worker", que, aunque minoritario, todavía sigue hoy muy vivo y apoyado en los lugares más pobres de Estados Unidos. Esta plataforma proporciona casas de acogida para personas sin hogar y refugios para mujeres, niños maltratados e inmigrantes indocumentados. Su vida fue una continua búsqueda de Dios en los más necesitados, siendo declarada Sierva de Dios por Juan Pablo II e iniciada su causa de canonización en 2000.
Benedicto XVI la consideró un modelo de conversión. Esta se produjo en parte como resultado de su lectura de Santa Teresa de Jesús. Según Francis J. Sicius¹ –profesor de la St. Thomas University Miami Gardens (Florida)–, fue curiosamente el filósofo agnóstico William James quien le dio a conocer a la escritora abulense, identificándose con ella en su búsqueda de Dios: “Hubo hechos en la historia de su vida que me hizo amarla y sentirme cerca de ella… Santa Teresa sabía que estaba lejos de la vida que deseaba llevar cuando ella entró en el convento. Ella deseaba darse enteramente a Dios. Todo lo que hizo iba dirigido a ese fin”.
Además de la preocupación por el prójimo y su amor a los pobres, le atrajo la vida de oración y contemplación de la descalza, especialmente su énfasis en la encarnación de Cristo: “Santa Teresa de Ávila dijo que deberíamos meditar más por el amor que Dios tiene por nosotros [como se demuestra en la encarnación] en lugar de nuestro amor por Él”. Al igual que la Santa, quiso dedicarse totalmente a conocer a Dios. Esta visión de eternidad era lo que más le importaba en su vida y la fuente de su apasionamiento, razón por la que le frustró el hincapié puesto por la mayoría de sus seguidores en su beligerancia en las cuestiones sociales.
Cuanto más aprendió sobre la vida de la reformadora española más vio en ella un espíritu afín. Cuando Dorothy inició el movimiento "Catholic Worker" dijo que ella comenzó este proyecto porque quería ir más allá de las funciones superficiales de su compromiso religioso y, como Santa Teresa, quería ser valiente en su relación con Dios. Como la fundadora abulense, Dorothy pasó mucho tiempo visitando centros dedicados a sus ideales. En uno de sus viajes le vino a la memoria la comparación que aquella hizo de la vida como la estancia de una noche en una mala posada y añadió: “Las estaciones de autobús en estos días repletos de soldados, sus esposas, sus hijos, familias enteras en busca de trabajo, son cualquier cosa menos cómodos. El autobús es como una mala posada, todos durmiendo, unos sobre otros, una loca confusión de pies y piernas en el pasillo”.
Cuando Dorothy se ocupó de los asuntos financieros de su comunidad, también encontró compañía en la monja castellana. En 1950 escribió que la Santa “cambió la base financiera de los conventos y fundó uno de pobreza voluntaria”, de modo que “los conventos reformados de las Carmelitas Descalzas, fueron mantenidos por limosnas y trabajo manual de las monjas”. Siguiendo su estela, ella hizo igualmente del principio de pobreza voluntaria un concepto central en la fundación de las casas de su movimiento.
Y, en fin, el acompañamiento espiritual de la religiosa española no podía dejar de estar presente también en el quehacer literario de la activista norteamericana. En medio de sus constantes viajes y demás exigencias de sus comunidades, Dorothy encontró tiempo para escribir, tarea que, al igual que nuestra carmelita, hacía “como hija de la Iglesia…, pero también como periodista, las dos vocaciones no están en oposición”. El propósito de sus abundantes escritos era guiarse a sí misma, a los demás y tener una vida más profunda espiritualmente. No es de extrañar que –por todo ello– Dorothy encontrara en Santa Teresa una insustituible compañera espiritual.
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¹FRANCIS J. SICIUS, ´Santa Teresa de Ávila compañera espiritual de la Sierva de Dios, Dorothy Day´, en Actas del XXIII Simposio del Instituto Escurialense: Santa Teresa y el mundo teresiano del Barroco, celebrado del 3 al 6 de septiembre de 2015, con motivo del V Centenario del nacimiento de la Santa, San Lorenzo del Escorial, 2015, pp. 405-416.
Esta entrada está tomada del blog: "Teresa, de la la rueca a la pluma"
Autor: Pedro Paricio Ausejo.