sábado, 18 de enero de 2020

CAMINANDO CON TERESA (20): NO NOS DEJES EN LA TENTACIÓN


Y ya estamos, en este CAMINO que hacemos con Teresa, ante las últimas peticiones del Padrenuestro; son las dos que ponen la mirada en los peligros y males de la vida humana. Jesús pide con nosotros al Padre que no nos deje caer en la tentación y nos libre del mal o del Maligno (Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo). Es lo que leeremos en los capítulos 38 y 39 de Camino de perfección

Curioso que al hablar de tentaciones y peligros ella no se dirija a los principiantes, sino ante todo a los más avanzados en la senda de la contemplación. Sucede que, a quienes se adentran en el camino de la oración, le acechan dos peligros: la involución y la autosugestión; de ahí la alerta que llega, tanto de la teología espiritual como de la psicología religiosa, para que nuestra relación con Dios sea real, y no mera ilusión. Importante, porque podemos pensar que hablamos y oímos a Dios, cuando en realidad hablamos y nos escuchamos a nosotros mismos. 


 Para Teresa el problema no está en los escollos del camino, en las dificultades que podemos encontrar o en las batallas que tengamos que librar: "Los soldados de Cristo,  que son los que tienen contemplación y tratan de oración, no ven la hora de pelear; nunca temen muchos enemigos públicos; ya los conocen y saben que, con la fuerza que en ellos pone el Señor, no tienen fuerza, y que siempre quedan vencedores y con gran ganancia" (2). Ante las dificultades del camino la actitud del orante es la aceptación amorosa, y se crece ante ellas. "Nunca les vuelven el rostro".

El problema está en el interior del orante, el riesgo de la mentira y el ilusionismo en la oración. Creer que es de Dios lo que brota de los repliegues más profundos y oscuros de nuestra propia psiquis. 

"Los que temen, y es razón teman y siempre pidan los libre el Señor de ellos son unos enemigos que hay traidores, unos demonios que se transfiguran en ángel de luz; vienen disfrazados.  Hasta que han hecho mucho daño en el alma no se dejan conocer, sino que nos andan bebiendo la sangre y acabando las virtudes y andamos en la misma tentación y no lo entendemos. De éstos, pidamos hijas, y supliquemos muchas veces en el Paternóster que nos libre el Señor y que no consienta andemos en tentación, que nos traigan engañadas, que se descubra la ponzoña, que no os escondan la luz y la verdad. ¡Oh, con cuánta razón nos enseña nuestro buen maestro a pedir esto y lo pide por nosotros!" (2).

Lo peor no es que pensemos que ciertas experiencias y sensaciones en la oración son de Dios, cuando en realidad no lo son; puede que en esos casos nos sintamos más impulsados a orar y a perseverar en la amistad con el Señor, porque suscitan agradecimiento y fidelidad a Dios de parte del orante. Es un escollo relativo, que puede vencerse con las actitudes de fondo del orante: la humildad sincera, la intención recta y la fidelidad a Dios mismo

¿Dónde está entonces el principal escollo, la gran tentación? En la zona del engreimiento, en la imagen deformada que el orante tiene de sí mismo, en los modos en que la oración se inserta en los engranajes de la propia persona y de la vida. "Adonde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle es haciéndonos creer que tenemos virtudes no las teniendo" (5). Pensamos que damos mucho a Dios, no que recibimos de Dios sino que él recibe de nosotros, y que ha de pagarnos; también, creyendo tener virtudes, dejamos de esforzarnos por alcanzarlas. Doble fallo radical: falta de humildad y de verdad. El remedio: "oración y suplicar al Padre Eterno que no permita que andemos en tentación" (5).  Teresa dice en VIDA: "Espíritu que no vaya fundado en verdad, yo más le querría sin oración" (13,16). No hay virtud en nosotros que no hayamos recibido, que no sea don, regalo de Dios, por eso la humildad. La verdadera oración nos conduce al conocimiento propio: "Humildad es andar en verdad" (Moradas).

 En los números 6-9 pone Teresa ejemplos de cómo pensamos tenemos virtudes, cuando en realidad no es tanto así; de ahí la necesidad de la humildad y de orar. "El verdadero humilde siempre anda dudoso en virtudes propias, y muy ordinariamente le parecen más ciertas y de más valor las que ve en sus prójimos" (9). Y sin embargo, al entrar en el capítulo siguiente, el 39, nos alerta de "unas falsas humildades que pone el demonio con gran inquietud de la gravedad de nuestros pecados" (1). Ello puede desalentar a la persona en su oración y camino espiritual, dejar de hacer el bien y dudar de la misericordia de Dios. Así, dice: "Algunas veces podrá ser humildad y virtud teneros por tan ruin, y otras grandísima tentación"(2). Con una claridad meridiana Teresa explica cómo diferenciar la verdadera de la falsa humildad (#s 2 y 3), cerrando con esta afirmación: "Procurad obedecer, pues en esto está la mayor perfección".

En el #4 alerta sobre las falsas seguridades: "Así que aunque más gustos y prendas de amor el Señor os dé, nunca tanto andéis seguras que dejéis de temer podéis tornar a caer, y guardaros de las ocasiones" (4).

 En el #5 invita a tratar siempre las mercedes y regalos que recibimos con quien nos dé luz, sin tener cosa secreta, y recordar, ya lo citamos antes, pero vale la pena repetirlo: "En principio y fin de la oración, por subida contemplación que sea, siempre acabéis en propio conocimiento", que si es de Dios, aunque no lo advirtamos, trae consigo humildad y deja con más luz para entender lo poco que somos. 

El #6 es una oración al Padre, pidiendo ayuda, no para quitar los obstáculos externos, sino esas tentaciones interiores con las que nos engañamos. "Ya sabéis que por este camino no van los muchos; y si han de ir con tantos miedos, irán muy menos". 

El último número (7) vale la pena leerlo con detenimiento, porque suena muy actual, dadas las pruebas por las que ha tenido que pasar la Iglesia en los últimos tiempos. Teresa resuelve así, con fina ironía, los miedos y prevenciones contra los orantes: la gente suele admirarse más (y condenar), cuando cae uno de los buenos, que de los muchos que caen y no oran. La bondad no suele ser noticia.

 (Notas tomadas a partir de textos del P. Tomás Álvarez, y lectura personal de los textos de la Santa).

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...