jueves, 10 de julio de 2014

SOLEDAD EN SAN JUAN DE LA CRUZ

La soledad: experiencia vital de san Juan de la Cruz. Padecida como niño y como hombre, radicalizada como místico. De una soledad impuesta a una soledad elegida, buscada y reclamada como llamada interior; componente secundario, pero esencial de su realización personal, que está centrada en la más estrecha intimidad con Dios en Cristo por el Espíritu. Juan ha gustado la soledad de la naturaleza y la ha cantado:

"Los valles solitarios nemorosos son quietos, amenos y frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y suave canto de aves, hacen gran recreación y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en su soledad y silencio. Estos valles es mi amado para mí" (CB 14, 7)

La soledad tuvo valor humano y valor religioso para el Santo. su soledad tiene que ver con su búsqueda de absoluto, con la radicalidad de su camino; es consecuencia de su vocación y su resolución de aventurar su vida tras un único ideal.

La soledad es un símbolo primordial que carga sobre sí todas las valencias de lo positivo y lo deseado. Es al fin una gracia de Dios, un regalo para el hombre sanjuanista.

Las canciones 34-35 del Cántico contienen el mejor canto a la soledad.

(Notas tomadas de: Diccionario de san Juan de la Cruz, Monte Carmelo)


FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...