Es más que conocido el diferendo existente entre cristianos católicos y protestantes en relación con María y el lugar que ocupa la madre de Dios en la tradición cristiana. En estas discusiones hay de todo, en un amplio abanico de razones que van desde la ignorancia hasta el fanatismo.; se dice que los protestantes no creen en la Virgen, o que los católicos han dejado de ser cristianos para ser marianos. Por ello, conocer un poco más, formarse, ayudará indudablemente a los propósitos ecuménicos que deben mover a todo verdadero cristiano. María no debe usarse como arma en una guerra inútil entre los discípulos de su hijo, de los que ella es hermana y madre.
Veamos un poco de historia:
LUTERO: El comentario al Magníficat del reformador alemán sigue siendo el texto más significativo de la posición luterano con respecto a la figura de María; Lutero concentra su teología en la justificación por la fe, y todo lo demás tiene este tema como perspectiva central. Para Lutero la perpetua virginidad de María no es puesta en discusión, pero ninguno está obligado a creerla; cuando la Biblia habla de hermanos de Jesús hay que tener presente que ese término tenía entonces un significado mucho más amplio. María fue purificada y redimida del pecado original; no habla de la asunción, pero no excluye que el cuerpo de María fuera transportado al cielo por los ángeles. Sí excluye cualquier paralelismo entre esto y la ascensión de Cristo con el propósito de oponerse a la postura católica. En cuanto a los títulos, Lutero no tiene dificultad en llamar a María “madre nuestra”, ya que Cristo es nuestro hermano. Los creyentes pueden llamarse por eso “hijos de María”.
Hay sin embargo otros títulos marianos que Lutero corrige o elimina. Se puede decir que María es reina del cielo, pero siempre prevenidos contra posibles desviaciones idolátricas. No debe usarse con María el título de mediadora o abogada, porque son títulos reservados a Cristo. No es lícito quitar a Cristo su honor y su función para dárselos a la madre; eso sería renegar de los sufrimientos de Cristo. Se puede decir que María ruega por nosotros, pero no se debe llegar a invocarla, porque estaremos dando un paso a la idolatría.
En un primer tiempo Lutero recomendó el rezo del Avemaría durante el culto, pero después lo abandonó. En su comentario al Magníficat, encontramos esta oración: “Oh bienaventurada madre, virgen dignísima, acuérdate de nosotros y obtennos que también el Señor haga grandes cosas en nosotros”. Tras la reforma permanecieron tres fiestas marianas, porque tienen su fundamento en el NT y una base cristológica: Anunciación (encarnación), Visitación (venida de Cristo) y Purificación. (Presentación de Jesús en el templo).
CALVINO: El reformador de Ginebra suprime todas las fiestas marianas. Acepta el título de madre de Dios conforme a Éfeso (431), pero por motivos pastorales prefiere usar la expresión madre de Cristo, ya que es difícil explicar a los no creyentes y a nivel popular la diferencia que hay entre madre divina y madre de la divinidad, y ello confunde y no favorece la predicación del evangelio. Defendió con mucha fuerza la perpetua virginidad de María, y afirma que los hermanos de Jesús son otros parientes, y quien sostenga lo opuesto da pruebas de ignorancia y abusa de la Escritura.
ZUINGLIO: El tercer reformador, natural de Zúrich, mantiene tres fiestas marianas y el rezo del Avemaría durante el culto.
LOS VALDENSES: En 1532 el movimiento valdense se afianza en la reforma ginebrina y se prepara para proclamar su confesión de fe siguiendo las indicaciones de las iglesias hermanas. En su confesión, de 1655, que es todavía la actual, encontramos lo siguiente: “Somos acusados de despreciar a la santísima Virgen y a los hombres ya glorificados porque no los invocamos; pero nosotros los consideramos dignos de alabanza y de imitación; y en particular consideramos a la gloriosa Virgen bendita entre todas las mujeres”. Y para aclarar bien su posición tienen como anatema a quien se deje llevar del desprecio de la Virgen.
RESUMIENDO: En la reforma protestante se afronta esporádicamente el problema mariano, que permanece al margen de las discusiones teológicas, en la que buscan de manera esencial una relectura cristológica de la tradición, en la que María no emerge de manera destacada en el conjunto de los testimonios bíblicos.
Pasando luego de los orígenes de la reforma hasta la actualidad podemos consignar que las teologías católica y protestante se han desarrollado no solo por caminos diferentes, sino insistiendo en sus contraposiciones. En la parte católica promulgando nuevos dogmas marianos, mientras que el protestantismo abandona progresivamente la línea original de la reforma. Se habla cada vez menos de María y se teme que el catolicismo llegue a ser cada vez más una religión expresamente mariana.
María forma parte de los temas que han de tratarse en el diálogo ecuménico entre las diversas tradiciones cristianas. Entre los asuntos esenciales en este sentido hemos de poner la interpretación de la Escritura, la relación entre Cristo y María, la gracia y la naturaleza, la maternidad de la Iglesia, la unidad y el lugar de María en ella.
(Resumen de lo que aparece en el NUEVO DICCIONARIO DE MARIOLOGÍA, Ediciones Paulinas, 1988)