“Metidos siempre en la miseria de nuestra tierra, nunca la
corriente saldrá de cieno de temores, de pusilanimidad y cobardía: de mirar si
me miran, no me miran; si, yendo por este camino, me sucederá mal; si osaré
comenzar aquella obra, si será soberbia; si es bien que una persona tan
miserable trate de cosa tan alta como la oración; si me tendrán por mejor si no
voy por el camino de todos; que no son buenos los extremos, aunque sea en
virtud; que, como soy tan pecadora, será caer de más alto; quizá no iré
adelante y haré daño a los buenos; que una como yo no ha menester particularidades.
¡Oh válgame Dios, hijas, qué de almas debe el demonio de haber hecho perder
mucho por aquí!”.
“Las cosas del alma siempre se han de considerar con plenitud y
anchura y grandeza, pues no le levantan nada, que capaz es de mucho más que
podremos considerar, y a todas partes de ella se comunica este sol que está en
este palacio. Esto importa mucho a cualquier alma que tenga oración, poca o
mucha, que no la arrincone ni apriete. Déjela andar por estas moradas,
arriba y abajo y a los lados, pues Dios la dio tan gran dignidad; no se estruje
en estar mucho tiempo en una pieza sola”.
Santa Teresa de Jesús
Castillo Interior
Primera Morada.