lunes, 13 de julio de 2020

CON MARÍA, LA MADRE DE JESÚS (4)



Durante estos días estamos compartiendo algunos textos de carácter mariano, a propósito de las celebraciones de la Virgen,para enriquecer así nuestro amor a nuestra madre y hermana en el Carmelo:


EL ESCAPULARIO DEL CARMEN

Toda revitalización del Escapulario carmelitano exige que lo consideremos en el contexto más extenso de la relación del Carmelo con María. Según nuestros santos, es importante una intimidad personal con la Madre de Dios y un compromiso de tomarla como modelo del discipulado cristiano. Los temas principales de Madre, Patrona, Hermana y Ejemplar nos pueden llevar a un conocimiento más profundo de María y a una relación más entrañable con ella. Sólo desde esta perspectiva se puede considerar el Escapulario como un signo que favorece el crecimiento espiritual en la vida cristiana.

Orígenes del Escapulario

Debe continuar en nuestras Órdenes la erudición histórica de cada aspecto del Escapulario. Sin embargo, independientemente de cualesquiera conclusiones futuras que se hagan, podemos y, de hecho, debemos tener confianza en el valor de este antiguo símbolo, que se basa en una tradición venerable. Lo que los Carmelitas han de hacer es dar con una manera de presentar el Escapulario tanto para quienes están convencidos de la historicidad de la visión como para quienes no consideran que haya una prueba histórica irrefutable. La verdad central de la historia de la visión es la experiencia vivida del Carmelo: María, su Patrona, la ha protegido y garantizado su perseverancia; la oración de María es poderosa...

Un sacramental de la Iglesia y un signo sagrado

El acto principal de la Iglesia institucional con respecto al Escapulario es su aprobación a lo largo de los siglos, incluido el más reciente Rito de la Bendición e imposición del Escapulario de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Con el significado espiritual de las gracias anexas al Escapulario existen también las obligaciones asumidas a través de este signo de devoción a la santa Virgen. "La devoción a nuestra Señora no puede limitarse a oraciones y obsequios en su honor en algunas circunstancias, sino que debe constituir un 'hábito', es decir, una orientación permanente de la propia conducta cristiana, entretejida de oración y vida interior, mediante la frecuente práctica de los Sacramentos y el concreto ejercicio de las obras de misericordia espirituales y corporales".

Se describen los sacramentales como signos sacros; por lo tanto, pertenecen al mundo del símbolo y del significado. En nuestra sociedad contemporánea se suele decir que hay una crisis del simbolismo religioso; al mismo tiempo, nuestras sociedades pueden ser movidas por un simbolismo secular. Las banderas nacionales, por ejemplo, tienen un profundo sentido para muchas personas. Los símbolos son cosas materiales o imágenes que nos indican un significado que los trasciende. Muy a menudo, su significado o lo que nos sugiere residen en su poder de interpelarnos a varios niveles: no sólo comunican alguna información, sino que nos tocan a nivel de los sentimientos. En los símbolos podemos hallar tanto el crecimiento como el declive. Los símbolos religiosos pueden degenerar en lo mágico, si ya no se transmite su significado espiritual o teológico; así pues, se reducen a algo como un amuleto que puede traer buena suerte.

 Los símbolos vivos necesitan una continua revitalización. Para nosotros hay cuatro etapas en la vida de un símbolo. Hay una experiencia causal, que da lugar al símbolo. Para nosotros esto implicaba el sentido de la protección de María para los Carmelitas y el poder de su intercesión para nuestra salvación. En segundo lugar, hay una fase de dogma o reflexión sobre el símbolo. El Carmelo consideró mayormente el Escapulario en términos de su entendimiento de María como Patrona, la que cuidaba de sus Hermanos, que, a su vez, la servían. En este período de reflexión, se consideró que la premura de María iba más allá de la muerte y que tenía que verse especialmente en su solicitud por nuestra salvación y por nuestra rápida liberación del Purgatorio. Una tercera etapa en la vida de los símbolos se encuentra cuando se pierde el contacto con la experiencia original. En este tiempo, o se ignora el símbolo, o se ve con escepticismo, mientras otras personas se aferran ciegamente al símbolo con una suerte de fideísmo, que no tiene en cuenta su origen o significado. Esta última etapa puede ser muy cercana a la magia. Así pues, en tiempo de escepticismo es menester una reconstrucción reflexiva del símbolo. Esta cuarta etapa es una tarea para toda generación. Necesitamos ver el Escapulario dentro de toda la espiritualidad carmelitana, y especialmente en relación con los principales temas marianos.

En particular, tal reflexión y reconstrucción del símbolo del Escapulario supone que reflexionemos y hagamos nuestro el hecho de que María es nuestra Patrona, que cuida de nosotros como Madre y Hermana. Nuestra Madre nutre la vida divina en nosotros y nos enseña el camino hacia Dios. Nuestra Hermana camina con nosotros en el viaje de transformación, invitándonos a hacer nuestra su propia respuesta: Hágase en mí según tu palabra (Lucas 1:38). Sin embargo, el Patronazgo es una relación en dos sentidos. Recibimos el cuidado de María; en respuesta estamos llamados a imitarla y a venerarla mediante nuestra fidelidad a su Hijo.

Fragmentos del documento
CON MARÍA LA MADRE DE JESÚS
La Virgen en la vida del Carmelo
Carta Circular de los Superiores Generales P. JOSEPH CHALMERS, O.Carm. y P. CAMILO MACCISE, O.C.D. 
con ocasión de los
750 años del Escapulario
16 de mayo de 2001

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...