La invitación de santa Teresa a entrar dentro de uno mismo para encontrarse con Dios es una exhortación a descubrir un amplio espacio de libertad.
-Claudia Morales Cueto
A pesar de haber comenzado a escribir el libro de Las Moradas en una situación de mucho trabajo y cansancio físico, parece que en cuanto toma la pluma santa Teresa se entusiasma con el deseo de compartir con sus hermanas las riquezas de la experiencia de entrar al hermoso castillo del alma.
Conforme avanza en el recorrido de las distintas estancias o moradas, comparte con más frecuencia lo difícil que le resulta poder comunicar estas experiencias interiores, que por su naturaleza son inefables. En la conclusión afirma que este libro ha sido escrito: “para consuelo y deleite” (1). Como mujer de vida orante, comparte su experiencia para inspirar y acompañar a la experiencia gozosa del Amor.
Para vivir y pasear en este castillo no se requiere ningún tipo de licencia o permiso, afirmación osada y peligrosa para su tiempo, ya que las mujeres estaban sometidas a la autoridad patriarcal, debido a las tradiciones culturales de la época. Este lugar que describe santa Teresa es tu morada, donde se vive con entera libertad (Conclusión 1). A este castillo puedes entrar a tratar con Dios como amigo, siempre que quieras.
Hemos pasado ya varios meses en el confinamiento por la pandemia... y a pesar de no poder salir a los parques, a la calle, al trabajo, siempre podemos tener la experiencia de salir dentro de nosotros mismos para explorar nuestro propio castillo interior. Deseo que lo sigas recorriendo en toda su amplitud, con libertad.
“Aunque no se trata de más de siete moradas, en cada una de éstas hay muchas: en lo bajo y alto y a los lados, con lindos jardines y fuentes y laberintos y cosas tan deleitosas, que desearéis deshaceros en alabanzas del gran Dios, que lo crió a su imagen y semejanza” (Conclusión 3).
(Tomado del Blog, Teresa, de la rueca a la pluma)