En el intento de renovar nuestra vida como carmelitas descalzos, hemos estado leyendo otra vez, paso a paso, los libros de Teresa, que es como dialogar con ella, para redescubrir el llamado original y el carisma, lo que aporta el Carmelo Teresiano a la comunidad eclesial.
Una mirada desde el centro de la Orden constata: falta de alegría y convicción, Pobreza en la formación espiritual, escasa creatividad y pereza. De ahí que necesitamos abrir las ventanas al optimismo, buscando IDENTIDAD, SEGURIDAD y APERTURA. Lo que da identidad es el carisma: conocido asimilado y vivido. Se constata también la creciente actualidad de nuestra espiritualidad (Mística). La gente anda en busca de maestros en este camino, por eso necesitamos tener EXPERIENCIA y FORMACIÓN en el campo espiritual.
DESAFÍO: comunidades fraternas, potenciadoras de nuestra humanidad y santidad. Fraternidad que trascienda lo formal. Cuidarnos de un concepto poco dinámico de la vocación, pues esta implica siempre maduración progresiva.
"Es menester no poner vuestro fundamento sólo en rezar y contemplar; porque, si no procuráis virtudes y hay ejercicio de ellas, os quedaréis enanas".
(7M4,9)