Las cuatro primeras carmelitas descalzas
Enseguida creció el grupo, pero aquella mañana del 24 de agosto de 1562, solo cuatro mujeres iniciaron la aventura del Carmelo descalzo. Las pioneras.
Provenían del ambiente cercano a Teresa, y habían sido presentadas o propuestas por sus cercanos amigos y colaboradores.
El P. Gaspar Daza recomendó a Úrsula de
los Santos; Pedro de Alcántara, presentó a Antonia del Espíritu Santo, a
quien acompañaba espiritualmente; Guiomar de Ulloa trajo a su criada
María de Paz; finalmente, Julián de Ávila, a su hermana María de la
Cruz. Veamos algún dato de estas cuatro primeras carmelitas descalzas:
1. Úrsula de Revilla,
que tomó el nombre de Úrsula de los Santos (41 años). Natural de Ávila.
Hija de Martín de Revilla y María Álvarez de Arévalo. Fue la primera en
vestir el hábito carmelita, quizá en atención a ser la mayor de las
cuatro. Quedó como responsable de la comunidad cuando Teresa de Jesús
tuvo que abandonar el monasterio ese mismo día de la fundación, para
regresar a la Encarnación. Profesó el 21 de octubre de 1564, y en 1574,
fallecería en el mismo monasterio donde entró.
2. Antonia de Henao,
que tomó el nombre de Antonia del Espíritu Santo (27 años). Nacida en
Ávila en 1535. Sus padres fueron Felipe de Arévalo y Elvira Díez de
Henao. Profesó, como Úrsula, el 21 de octubre de 1564. Santa Teresa la
llevaba muchas veces en sus viajes como compañera (Medina, Duruelo,
Malagón, Valladolid, Toledo…) y más tarde, con Juan de la Cruz, estuvo
en la fundación de los conventos de Granada y Málaga. Pedro de
Alcántara, que fue su confesor antes de entrar en San José, decía de
ella: “tiene más oración labrando en su almohadilla que las religiosas
en el Coro”. Murió en el Carmelo de Málaga en 1595.
3. María de Paz,
que tomó el nombre de María de la Cruz. Desconocemos su edad. Natural
de Ledesma (Salamanca). Era sirvienta en casa de doña Guiomar de Ulloa, y
allí trató a menudo con Teresa antes de hacerse monja. Acompañó a la
santa en la fundación de Valladolid, donde permaneció hasta su muerte,
en 1588.
4. María de Ávila,
que tomaría el nombre de María de S. José (37 años). Nacida en Ávila en
1525, hija de un tejedor de paños, Cristóbal de Ávila, y de Ana de
santo Domingo. Era la mayor de ocho hermanos. Dos años menor que ella
era su hermano Julián de Avila, sacerdote que ayudó a Teresa en sus
fundaciones. Fue la última de las cuatro en hacer la profesión, el 6 de
julio de 1566, y fallecería la última también, en el monasterio de san
José, en 1604.
Ninguna tenía otra dote que aportar que
su corazón enamorado de Cristo y su deseo de vivir radicalmente según un
estilo nuevo, basado en el amor, la libertad y la verdadera humildad.
En un día como hoy, vale la pena recordar a cada una de estas mujeres,
estas “cuatro huérfanas pobres”, piedras vivas del edificio teresiano.
("Para vos nací", web).