martes, 24 de junio de 2014

EL ALMA VIVE DONDE MÁS AMA

"Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?"

DECLARACIÓN

Como el alma se ve morir de amor, según acaba de decir, y que no se acaba de morir para poder gozar del amor con libertad, quéjase de la duración de la vida corporal, a cuya causa se le dilata la vida espiritual. Y así, en esta canción habla con la misma vida de su alma, encareciendo el dolor que le causa, y el sentido de la canción es el que se sigue: vida de mi alma, ¿cómo puedes perseverar en esta vida de carne, pues te es muerte y privación de aquella vida verdadera espiritual de Dios, en que por esencia, amor y deseo más verdaderamente que en el cuerpo vives? Y ya que esto no fuese causa para que salieses y librases del cuerpo de esta muerte (Rm. 7, 24) para vivir y gozar la vida de tu Dios, ¿cómo todavía puedes perseverar en el cuerpo tan frágil, pues, demás de esto, son bastantes sólo por sí para acabarte la vida las heridas que
recibes de amor de las grandezas que se te comunicande parte del Amado, que todas ellas vehementemente te dejan herida de amor; y así, cuantas cosas de él sientes y entiendes, tantos toques y heridas, que de amor matan, recibes? Sígueseel verso:

"Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viviendo donde vives?"

Para cuya inteligencia es de saber que el alma más vive donde ama que en el cuerpo donde anima, porque en el cuerpo ella no tiene su vida, antes ella la da al cuerpo, y ella vive por amor en lo que ama. Pero demás de esta vida de amor, por el cual vive en Dios el alma que le ama, tiene el alma su vida radical y naturalmente, como también todas las cosas criadas, en Dios, según aquello de san Pablo (Act. 17, 28), que dice: En él vivimos, y nos movemos, y somos, que es decir: en Dios tenemos nuestra vida y nuestro movimiento y nuestro ser. Y san Juan (1, 4) dice: que todo lo que fue hecho era vida en Dios.

San Juan de la Cruz
"Cántico B 8, 1-3"

lunes, 23 de junio de 2014

NADA TE TURBE...

"Siempre es vano el conturbarse, pues nunca sirve para provecho alguno. Y así, aunque todo se acabe y se hunda y todas las cosas sucedan al revés y adversas, vano es el turbarse, pues por eso, antes se dañan más que se remedian. Y llevarlo todo con igualdad tranquila, no sólo aprovecha al alma para muchos bienes, sino también para que en esas mismas adversidades se acierte mejor a juzgar de ellas y ponerles remedio conveniente".

San Juan de la Cruz
"3 Subida 6, 3.

viernes, 20 de junio de 2014

DE LA MANO DE TERESA...

Hace más de 20 años, recién llegado a la fe, leí por vez primera un libro de TERESA, la mujer orante y emprendedora, que recorrió los caminos de Castilla, en el siglo XVI, sembrando comunidades vivas centradas en el seguimiento y la amistad de Cristo. La lectura del “Libro de la Vida” fue un verdadero acontecimiento espiritual para mí, recién converso; con él, aprendí a orar, y descubrí la gratuidad del amor de Dios y de su gracia. Superando progresivamente la dificultad del lenguaje, propio de la época de Teresa, me sumergí en una realidad totalmente nueva para mí, y me encontré caminando en la fe el camino de Cristo de la mano de esta mujer, determinada a superar cualquier obstáculo, para abrazarse al Amor. Teresa se convirtió en mi maestra, en mi madre espiritual y en mi amiga; con ella de la mano llegué al Carmelo, y en la medida en que conocí más y más aquel carisma, fui también conociéndola más a ella, leyendo sus libros, y los de quienes fueron sus discípulos: Juan, Gracian, Teresita, Isabel, Francisco, etc.
En 1998 llegué a Ávila, la ciudad en la que vivió TERESA, y durante un año recorrí sus calles, aspiré sus olores, me llené de imágenes y recuerdos, para sentirle más viva y cercana; fue allí donde dediqué tardes innumerables a leer pacientemente sus escritos, subrayando y anotando el ejemplar de sus obras completas que me acompaña siempre a donde voy. Eran tardes largas, mirando nevar a través de una pequeña ventana, en las que la voz de Teresa, desde lo que ella escribiera, sonaba en mis oídos como un manantial de agua viva. Aquel año fue fundamental en mi camino espiritual, y regresé a mi tierra lleno de entusiasmo para vivir y compartir todo lo aprendido y descubierto en aquel tiempo.
Otra dos experiencias importantes en mi relación con TERESA resultaron mi amistad con un presbítero, párroco de mi pueblo, que me invitó a ver, más de una vez, y debatir, la serie de televisión española, de ocho capítulos, “TERESA de JESÚS”, una verdadera joya, y que luego, a lo largo de estos años, he visto una y otra vez. Muchas veces he vuelto a ver alguno de sus capítulos: los de su iniciación en el camino de la oración, los que narran la historia de la primera fundación teresiana, y el despegue de su actividad fundadora, los que me acercan a sus combates interiores. Y luego, la tercera experiencia importante ha sido llevar, en dos ocasiones,  un blog dedicado a TERESA y su carisma, desde una visión personal y encarnada; el primero se llamaba "Una mirada desde el Carmelo de Teresa", y el segundo, este, "Castillo Interior". De alguna manera, siempre aparece esta mujer acompañando mis búsquedas espirituales, porque TERESA será mi maestra y mi compañera de camino, incluso si en algún momento dejara de ser miembro de esta familia suya en la que camino como Iglesia.
Tantas veces he celebrado particularmente mi amistad con TERESA: he rezado su oficio, he celebrado la eucaristía en su memoria, he repasado las páginas de sus libros, y por supuesto, también me he sentido en comunión con todo el Carmelo Teresiano, mujeres y hombres, los que de muchos modos diferentes se han sentido discípulos de esta “mujer fuerte” que nos dejó un legado muy valioso, el de su experiencia interior y su “determinada determinación” de buscar y buscar, sin rendirse, el rostro auténtico de Dios. 
De TERESA, amiga y maestra, he aprendido la amistad con Jesús, y el deseo de seguirle en libertad; ahora que vamos preparando la celebración del quinto centenario de su nacimiento, y  que me adentro en una nueva etapa del CAMINO, tampoco he de privarme de su sabiduría y su luz, todo lo contrario. Hoy más que nunca ella seguirá siendo maestra, y en cualquier lugar donde levante mi tienda, se hablará de TERESA.

miércoles, 18 de junio de 2014

LA ORACIÓN DE TERESA EN LOS COMIENZOS...

Seguimos la lectura del capítulo 9 del Libro de la Vida de Teresa, y nos preguntamos: ¿Cómo oraba Teresa en aquellos días?

- Procuraba representarse a Cristo dentro de sí: "
"Me hallaba mejor en las partes donde le veía más solo". 
"Me parecía a mí que estando solo y afligido, como persona necesitada, me había de admitir a mí". 
"Me hallaba muy bien en la oración del huerto; allí era mi acompañarle; pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había tenido; si podía, deseaba limpiarle aquel tan penoso sudor; mas me acuerdo que jamás osaba determinarme a hacerlo, como se me representaban mis pecados tan graves". 
"Muchos años, las más noches, antes que me durmiese, cuando antes de dormir me encomendaba a Dios, siempre pensaba un poco en este paso de la oración del huerto".
 "Tengo para mí que por aquí ganó mucho mi alma, porque comencé a tener oración sin saber qué era".

-Se aprovechaba de libros para la oración:
-Aprovecha también ver campo, agua o flores, porque en estas cosas se halla memoria del creador ("Me despertaban y recogían y servían de libro").
- La humanidad de Cristo: Yo sólo podía pensar en Cristo como hombre; mas es así que jamás le pude representar en mí, por más que leía su hermosura y veía imágenes, sino como quien está ciego y a oscuras, que aunque habla como persona y ve que está con ella, mas no la ve". "Me comenzó la afición de estar más tiempo con él".

Teresa dice que en  la oración no pedía a Dios ternura y devoción, sino gracia para no ofenderle y que perdonara sus pecados. Sentía que Dios hacía mucho con aceptarle a ella, pecadora como era.

Luego, comenzando el capítulo siguiente, el décimo, Teresa comienza a declarar las mercedes o regalos que Dios le hacía en la oración. En el principio relata esta experiencia:

"Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo, que he dicho, y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí o yo toda engolfada en El". (10, 1)

 Este sentimiento del que habla Teresa "no era a manera de visión"; se trataba de una experiencia interior en la que "suspende el alma de suerte, que toda parecía estar fuera de sí; ama la voluntad; la memoria me parece está casi perdida; el entendimiento no discurre, mas no se pierde; no obra, sino está como espantado de lo mucho que entiende".

¿Y qué es lo que entiende Teresa, que le hace vibrar de tal modo?
Pues ella dirá:
"Quiere Dios entienda de que aquello que su majestad le representa, ninguna cosa entiende".

¿Cuáles son los efectos de esta oración en Teresa?
-Ternura.
-Regalo del alma.
-Lagrimas.
-Consuelo.

¿Con qué actitud ha de recibirse este regalo?
- Con humildad: no los merecemos.
-Con agradecimiento: Alabe mucho a Dios, reconociéndose deudor suyo.

Dice Teresa que la persona cuando recibe estas mercedes y regalos de Dios piensa que ya está en el cielo, que no puede haber nada mejor, pero son sólo los comienzos de un camino lleno de sorpresas. De ahí que haya que aprovechar bien esta gracia, porque "si no usamos bien del tesoro y del gran estado que nos pone, nos lo tornará a tomar y quedarnos hechos muy más pobres...". (10, 6)


lunes, 16 de junio de 2014

NOTICIAS:Ha Fallecido el P. Agustín Okumura, ocd

Leo la noticia del fallecimiento del P.Okumura, carmelita japonés. La lectura de su libro "El placer de orar" constituyó un momento particularmente iluminador de mi camino espiritual en el Carmelo Teresiano.
Descanse en paz.


Japón, 15 de junio 2014 (Communicationes OCD).- 
El P. María Agustín Okumura Ichiro (1922- 2014) fue uno de los primeros teólogos católicos en buscar puntos de unión y diálogo entre el budismo zen y la fe cristiana. Así se expresaba en una entrevista sobre este tema: “Estoy seguro que en la experiencia del Carmelo, que es la que yo he elegido, existe un fondo que comunica incesantemente con el zen. En realidad yo soy cristiano, pero no he dejado de practicar el zen y de apreciar en el budismo, la anchura de espíritu que lo distingue”.

Uno de sus libros más famosos es el titulado: El PLACER DE ORAR. Traducido a muchas lenguas: Inglés, italiano, español, francés, alemán… Fue uno de los primeros Carmelitas Descalzos japoneses. En dicho país nació en abril de 1922. Profesó como Carmelita Descalzo en 1953 y fue ordenado de sacerdote en 1957. Estudió en
Francia y en Italia (Roma). Desempeñó por tres veces el cargo de Delegado General OCD del Japón y fue Rector de la Universidad Católica del Japón.

Así nos lo describe una periodista cuando el P. Okumura tenía 81 años. “De estatura pequeña, mirada dulce, voz firme no obstante su edad. Ríe con gusto cuando cuenta que los médicos le habían asegurado que no llegaría a junio…” Vivió 10 años

domingo, 15 de junio de 2014

INMENSIDAD DONDE ME PIERDO... Oración a la Trinidad.

A propósito de la solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, volvemos a recordar algunos fragmentos de la oración de nuestra hermana Isabel Catez, que vivió como pocos este misterio de fe en su camino espiritual...

"¡ Oh, Dios mio, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí para esta establecerme en ti, inmóvil y tranquila como si mi alma viviera ya en la eternidad. Que nada pueda alterar mi paz, ni apartarme de Ti, oh, mi Inmutable, sino que, cada momento de mi vida, me sumerja más profundamente en tu divino Misterio.
Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada predilecta, el lugar de tu descanso. Que nunca te deje solo sino que, vivificada por la fe, permanezca con todo mi ser en tu compañía, en completa adoración y entregada, sin reservas, a tu acción creadora...


¡Oh, mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad donde me pierdo! Me entrego a Tí como victima. Sumérgete en mi para que yo quede inmersa en Ti, en espera de ir a contemplar en Tu luz, el abismo de toda tu grandeza".

jueves, 12 de junio de 2014

CAMINO DE LIBERTAD: "TODA MI CONFIANZA EN DIOS".

El capítulo 9 del Libro de la Vida trae el relato del desenlace del drama que por tantos años vivió Teresa. Para ello centra nuestra atención en dos acontecimientos decisivos:

a. Su encuentro con Cristo en una imagen, que le hace revivir la historia evangélica de la Magdalena.
b. Su encuentro con San Agustín en su libro de las Confesiones, que le hace evocar la conversión del santo africano.

Teresa dirá "ganó fuerzas mi alma"; a partir de aquí el relato pasa de la historia exterior a la interior: conversión de Teresa, oración y vida nueva. Llueven los regalos de Dios. Esto ocurre a finales de 1554, y tenía Teresa 39 años.
 Leamos el relato de Teresa, fundamental en su conversión: 

"Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no le dejaban descansar las ruines costumbres que tenía. Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle". (9,1)

Teresa, que era muy devota de la Magdalena, toma a esta figura bíblica como modelo de su propia conversión, y como muchas veces le había tomado como intercesora, siente que en este acontecimiento "le aprovechó más", y vuelve a insistir en la razón con que  cerraba el capítulo anterior: 

"Estaba ya muy desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios".

Teresa no quiere que esta vez sea como las anteriores, está determinada a poner de una vez su vida en manos de su Señor, y recuerda: 

"Me parece le dije entonces que no me había de levantar de allí hasta que hiciese lo que le suplicaba. Creo cierto me aprovechó, porque fui mejorando mucho desde entonces".


Otro acontecimiento, muy cercano a este, fue el hecho de que cayera en sus manos el libro de las Confesiones de san Agustín, que en aquellos días tenía su primera edición española. No fue para Teresa algo casual: "Parece el Señor lo ordenó, porque yo no las procuré, ni nunca las había visto". Teresa había estado en el monasterio de las monjas agustinas de Ávila, era devota de este santo, en especial, dice ella "por haber sido pecador; que en los santos, después de serlo, el Señor tornó a Sí, hallaba yo mucho consuelo, pareciéndome en ellos había de hallar ayuda" (9, 7).

Así lo relata Teresa:


"Como comencé a leer las Confesiones, me parece me veía yo allí. Comencé a encomendarme mucho a este glorioso Santo. Cuando llegué a su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el huerto, no me parece sino que el Señor me la dio a mí, según sintió mi corazón. Estuve por gran rato que toda me deshacía en lágrimas, y entre mí misma con gran aflicción y fatiga.
¡Oh, qué sufre un alma, válgame Dios, por perder la libertad que había de tener de ser señora, y qué de tormentos padece! Yo me admiro ahora cómo podía vivir en tanto tormento. Sea Dios alabado, que me dio vida para salir de muerte tan mortal". (9, 8)

Teresa descubre que este camino de oración y amistad con Jesús, de arrepentimiento y conversión, es definitivamente un camino de libertad.

martes, 10 de junio de 2014

EL GRAN BIEN QUE HAY EN LA POBREZA 2


Sigo compartiendo literalmente el capítulo segundo del libro "Camino de Perfección", de santa Teresa. ¿La razón? A las puertas de un  nuevo Capítulo del Comisariato del Caribe OCD, del que soy miembro, ciertas conversaciones e intentos de resumir el período que termina me hace reflexionar en la invitación de Teresa acerca de la pobreza. Me gustaría hacer una reflexión más personal sobre el tema, pero mientras tanto leo este capítulo y lo rumio una vez más....



"4. En ninguna manera se ocupe en esto el pensamiento, os pido por amor de Dios en limosna. Y la más chiquita, cuando esto entendiese alguna vez en esta casa, clame a Su Majestad y acuérdelo a la mayor. Con humildad le diga que va errada; y valo tanto, que poco a poco se va perdiendo la verdadera pobreza. Yo espero en el Señor no será así ni dejará a sus siervas. Y para esto, aunque no sea para más, aproveche esto que me habéis mandado escribir por despertador.

5. Y crean, mis hijas, que para vuestro bien me ha dado el Señor un poquito a entender los bienes que hay en la santa pobreza, y las que lo probaren lo entenderán, quizá no tanto como yo; porque no sólo no había sido pobre de espíritu, aunque lo tenía profesado, sino loca de espíritu. Ello es un bien que todos los bienes del mundo encierra en sí. Es un señorío grande. Digo que es señorear todos los bienes de él otra vez a quien no se le da nada de ellos. ¿Qué se me da a mí de los reyes y señores, si no quiero sus rentas, ni de tenerlos contentos, si un tantito se atraviesa haber de descontentar en algo por ellos a Dios? ¿Ni qué se me da de sus honras, si tengo entendido en lo que está ser muy honrado un pobre, que es en ser verdaderamente pobre?

6. Tengo para mí que honras y dineros casi siempre andan juntos, y que quien quiere honra no aborrece dineros, y que quien los aborrece que se le da poco de honra. Entiéndase bien esto, que me parece que esto de honra siempre trae consigo algún interés de rentas o dineros; porque por maravilla hay honrado en el mundo si es pobre; antes, aunque lo sea en sí, le tienen en poco. La verdadera pobreza trae una honraza consigo que no hay quien la sufra; la pobreza que es tomada por solo Dios, digo, no ha menester contentar a nadie, sino a él. Y es cosa muy cierta, en no habiendo menester a nadie, tener muchos amigos. Yo lo tengo bien visto por experiencia.

7. Porque hay tanto escrito de esta virtud que no lo sabré yo entender, cuánto más decir, y por no la agraviar en loarla yo, no digo más de ella. Sólo he dicho lo que he visto por experiencia, y yo confieso que he ido tan embebida, que no me he entendido hasta ahora. Mas, pues está dicho, por amor del Señor, pues son nuestras armas la santa pobreza y lo que al principio de la fundación de nuestra Orden tanto se estimaba y guardaba en nuestros santos Padres (que) me ha dicho quien la sabe, que de un día para otro no guardaban nada), ya que en tanta perfección en lo exterior no se guarde, en lo interior procuremos tenerla. Dos horas son de vida, grandísimo el premio; y cuando no hubiera ninguno sino cumplir lo que nos aconsejó el Señor, era grande la paga imitar en algo a Su Majestad".

sábado, 7 de junio de 2014

EL GRAN BIEN QUE HAY EN LA POBREZA

"1. No piensen, hermanas mías, que por no andar contentando a los del mundo les ha de faltar de comer, yo se lo aseguro. Jamás por artificios humanos pretendan sustentarse, que morirán de hambre, y con razón. Los ojos en vuestro esposo; él les ha de sustentar. Contento él, aunque no quieran, les darán de comer los menos vuestros devotos, como lo habéis visto por experiencia. Si haciendo vosotras esto murieran de hambre, ¡bienaventuradas las monjas de San José! Esto no se les olvide, por amor del Señor. Pues dejáis la renta, dejad el cuidado de la comida; si no, todo va perdido. Los que quiere el Señor que la tengan, tengan enhorabuena esos cuidados, que es mucha razón, pues es su llamamiento; mas nosotras, hermanas, es disparate.

2. Cuidado de rentas ajenas, me parece a mí sería estar pensando en lo que los otros gozan. Sí, que por vuestro cuidado no muda el otro su pensamiento ni se le pone deseo de dar limosna. Dejad ese cuidado a quien los puede mover a todos, que es el Señor de las rentas y de los renteros. Por su mandamiento venimos aquí; verdaderas son sus palabras; no pueden faltar; antes faltarán los cielos y la tierra. No le faltemos nosotras, que no hayáis miedo que falte. Y si alguna vez os faltare, será para mayor bien, como faltaban las vidas a los santos cuando los mataban por el Señor, y era para aumentarles la gloria por el martirio. Buen trueco sería acabar presto con todo y gozar de la hartura perdurable.

3. Mirad, hermanas, que va mucho en esto muerta yo, que para esto os lo dejo escrito; que mientras yo viviere os lo acordaré, que por experiencia veo la gran ganancia: cuando menos hay, más descuidada estoy, y sabe el Señor que, a mi parecer, me da más pena cuando mucho sobra que cuando nos falta. No sé si lo hace como ya tengo visto nos lo da luego el Señor. Sería engañar el mundo otra cosa, hacernos pobres no lo siendo de espíritu, sino en lo exterior. Conciencia se me haría, a manera de decir, y parecerme sería como pedir limosna las ricas, y quiera Dios no sea así, que adonde hay estos cuidados demasiados de que den, una vez u otra se irán por la costumbre, o podrían ir y pedir lo que no han menester, por ventura a quien tiene más necesidad. Y aunque ellos no pueden perder nada sino ganar, nosotras perderíamos. No plega a Dios, mis hijas. Cuando esto hubiera de ser, más quisiera tuvierais renta".

santa Teresa de Jesús
"Camino de perfección"
Capítulo segundo

viernes, 6 de junio de 2014

TERESA INTERCEDE POR LOS FRAILES

 
En esta larga y sentida carta,santa Teresa, como verdadera madre, defiende a los frailes carmelitas descalzos frente al General de la Orden del Carmen,el P. Rubeo. Los enemigos de la reforma han inventado calumnias, por lo que Teresa, como intermediaria o “medianera” busca conciliar por medio del diálogo y la explicación por carta. Como verdadera hija del P. General, está dispuesta a obedecer, aunque por ello deba poner un alto a las fundaciones. Pero también es fiel a la verdad y su conciencia le exige comunicarla. Para mover el corazón del Superior General evoca la figura de un padre: seguramente al crecer todos nos hemos equivocado, pero el amor paterno es más fuerte que el error. Dios Padre está siempre dispuesto a acogernos, a darnos una nueva oportunidad; no condiciona el amor.

(Tomado de: Amigos de Teresa)

jueves, 5 de junio de 2014

TERESA EN PENTECOSTÉS

En la liturgia y el léxico teresiano, Pentecostés es la fiesta del Espíritu Santo o la “Pascua del Espíritu Santo”. Para Teresa son tres las Pascuas: Resurrección, Pentecostés y Navidad. La santa celebra cada año con especial intensidad la fiesta del Espíritu Santo y su octava. Y si revisamos su itinerario interior, encontramos tres momentos importantes vinculados a esta fecha:
En primer lugar, lo que narra Teresa en Vida 38, 9, y que compartimos a continuación: 

“Estaba un día, víspera del Espíritu Santo, después de misa. Fuime a una parte bien apartada, adonde yo rezaba muchas veces, y comencé a leer en un Cartujano esta fiesta. Y leyendo las señales que han de tener los que comienzan y aprovechan y los perfectos, para entender está con ellos el Espíritu Santo, leídos estos tres estados, parecióme, por la bondad de Dios, que no dejaba de estar conmigo, a lo que yo podía entender. Estándole alabando y acordándome de otra vez que lo había leído, que estaba bien falta de todo aquello, que lo veía yo muy bien, así como ahora entendía lo contrario de mí, y así conocí era merced grande la que el Señor me había hecho. Y así comencé a considerar el lugar que tenía en el infierno merecido por mis pecados, y daba muchos loores a Dios, porque no me parecía conocía mi alma según la veía trocada. Estando en esta consideración, diome un ímpetu grande, sin entender yo la ocasión. Parecía que el alma se me quería salir del cuerpo, porque no cabía en ella ni se hallaba capaz de esperar tanto bien. Era ímpetu tan excesivo, que no me podía valer y, a mi parecer, diferente de otras veces, ni entendía qué había el alma, ni qué quería, que tan alterada estaba. Arriméme, que aun sentada no podía estar, porque la fuerza natural me faltaba toda.
Estando en esto, veo sobre mi cabeza una paloma, bien diferente de las de acá, porque no tenía estas plumas, sino las alas de unas conchicas que echaban de sí gran resplandor. Era grande más que paloma. Paréceme que oía el ruido que hacía con las alas. Estaría aleando espacio de un avemaría. Ya el alma estaba de tal suerte, que, perdiéndose a sí de sí, la perdió de vista.
Sosegóse el espíritu con tan buen huésped, que, según mi parecer, la merced tan maravillosa le debía de desasosegar y espantar; y como comenzó a gozarla, quitósele el miedo y comenzó la quietud con el gozo, quedando en arrobamiento.
Fue grandísima la gloria de este arrobamiento. Quedé lo más de la Pascua tan embobada y tonta, que no sabía qué me hacer, ni cómo cabía en mí tan gran favor y merced. No oía ni veía, a manera de decir, con gran gozo interior. Desde aquel día entendí quedar con grandísimo aprovechamiento en más subido amor de Dios y las virtudes muy más fortalecidas. Sea bendito y alabado por siempre, amén”. (Vida 38, 9-11)

El segundo momento importante en la vida de Teresa, aparece narrado en sus Relaciones (67), y ocurrió años más tarde que la primera, una víspera del Espíritu Santo, en la ermita de Nazaret de San José de Ávila. Fue en esta ocasión en la que, suspendido el Espíritu, recibe Teresa sus célebres “cuatro avisos a los Padres Descalzos”.

Finalmente, en una fecha intermedia a las dos anteriores, hay una tercera experiencia vinculada a Pentecostés, “segundo día de la Pascua del Espíritu Santo”, después de oír misa; Teresa, por inspiración, hace voto de obedecer en todo al P.Gracián, a pesar de la enorme resistencia que sentía interiormente. Era un 23 de mayo de 1575.

(Ideas tomas del "Diccionario de santa Teresa de Jesús", artículo de Tomás Álvarez".

martes, 3 de junio de 2014

TERESA, PELEANDO ENTRE DOS AGUAS....

Seguimos leyendo el capítulo 8 de VIDA
Teresa anima a todos a no rendirse ante las dificultades que encuentran cuando deciden emprender el camino de la oración. Ella pone como ejemplo su propia persona, y pregunta: 

"Pues si a cosa tan ruin como yo tanto tiempo sufrió el Señor, y se ve claro que por aquí se remediaron todos mis males, ¿qué persona, por malo que sea, podrá temer? Porque por mucho que lo sea, no lo será tantos años después de haber recibido tantas mercedes del Señor. Ni ¿quién podrá desconfiar, pues a mí tanto me sufrió, sólo porque deseaba y procuraba algún lugar y tiempo para que estuviese conmigo, y esto muchas veces sin voluntad, por gran fuerza que me hacía o me la hacía el mismo Señor? Pues si a los que no le sirven sino que le ofenden les está tan bien la oración y les es tan necesaria, y no puede nadie hallar con verdad daño que pueda hacer, que no fuera mayor el no tenerla, los que sirven a Dios y le quieren servir ¿por qué lo han de dejar? Por cierto, si no es por pasar con más trabajo los trabajos de la vida, yo no lo puedo entender, y por cerrar a Dios la puerta para que en ella no les dé contento". (8, 8)

"Para estas mercedes tan grandes que me ha hecho a mí, es la puerta la oración. Cerrada ésta, no sé cómo las hará; porque, aunque quiera entrar a regalarse con un alma y regalarla, no hay por dónde, que la quiere sola y limpia y con gana de recibirlos. Si le ponemos muchos tropiezos y no ponemos nada en quitarlos, ¿cómo ha de venir a nosotros? ¡Y queremos nos haga Dios grandes mercedes!". (8, 9)

Teresa advierte ademas , que debemos guardarnos de las ocasiones de pecado, pues trabaja mucho el demonio para sacarnos de este camino.

"Tantos enemigos nos combaten y tantas flaquezas hay en nosotros para defendernos" 
(8, 10).
Teresa, a la par que nos habla encarecidamente de la oración y de lo que pudo en ella, y puede en todos los que deciden andar por este camino, nos describe su vida en aquellos tiempos, "la cautividad que en estos tiempos traía mi alma", y recuerda:

"De hablar de Dios u oír de El casi nunca me cansaba, y esto después que comencé oración. Por un cabo tenía gran consuelo en los sermones, por otro me atormentaba, porque allí entendía yo que no era la que había de ser...". (8, 12)

Y entre intentos y súplicas, poco a poco fue entendiendo la razón de su incapacidad para entregarse definitiva y totalmente a Dios: Debía faltar de no poner en todo la confianza en su majestad y perderla de todo punto en mí.
La experiencia de esta mujer es la experiencia de todos nosotros, la lucha entre verdad y mentira, entre bien y mal, entre luz y tinieblas, entre exterioridad e interioridad, entre hombre nuevo y hombre viejo. Es el camino ascendente hacia el monte de la perfección. Es el sendero de la santidad, que no se conquista con las armas del mundo, sino que se recibe de Dios gratuitamente. Teresa está aquí redescubriéndose a sí misma, y redescubriendo a Dios. Comprende finalmente su incapacidad para salir a flote, y se abandona en fe a las aguas tumultuosas, para sentir entonces la mano amiga de Jesús que le viene a decir: Yo soy la Vida.


"Buscaba remedio; hacía diligencias; mas no debía entender que todo aprovecha poco si, quitada de todo punto la confianza de nosotros, no la ponemos en Dios. Deseaba vivir, que bien entendía que no vivía, sino que peleaba con una sombra de muerte, y no había quien me diese vida, y no la podía yo tomar; y quien me la podía dar tenía razón de no socorrerme, pues tantas veces me había tornado a Sí y yo dejádole" (8, 12)

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...