A propósito de la solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, volvemos a recordar algunos fragmentos de la oración de nuestra hermana Isabel Catez, que vivió como pocos este misterio de fe en su camino espiritual...
"¡ Oh, Dios mio, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí para esta establecerme en ti, inmóvil y tranquila como si mi alma viviera ya en la eternidad. Que nada pueda alterar mi paz, ni apartarme de Ti, oh, mi Inmutable, sino que, cada momento de mi vida, me sumerja más profundamente en tu divino Misterio.
Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada predilecta, el lugar de tu descanso. Que nunca te deje solo sino que, vivificada por la fe, permanezca con todo mi ser en tu compañía, en completa adoración y entregada, sin reservas, a tu acción creadora...
¡Oh, mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad donde me pierdo! Me entrego a Tí como victima. Sumérgete en mi para que yo quede inmersa en Ti, en espera de ir a contemplar en Tu luz, el abismo de toda tu grandeza".