jueves, 11 de octubre de 2018

En las PRIMERAS MORADAS teresianas...


En las PRIMERAS MORADAS teresianas aparece  en primer término, y como piedra fundamental de este itinerario hacia la interioridad, "la hermosura y dignidad de nuestras almas", y para tomar plena consciencia de ello Teresa nos convoca al auto conocimiento: saber quiénes somos, por qué estamos acá, de qué estamos llenos. El misterio del ser humano, hombre y mujer, aparece en este símbolo antropológico del CASTILLO, al cual podemos entrar por la puerta de la ORACIÓN. Tres elementos de fundamento bíblico, que nos ayudan a entender esta realidad, utiliza nuestra santa: 
1. Que el castillo hay muchos aposentos, igual que en el cielo hay muchas moradas (Juan 14,2).
2. Que el alma de justo es un paraíso donde Dios se deleita (Proverbios 8, 31)
3. Que el mismo Dios nos creó a su imagen y semejanza (Génesis 1, 26/27).

 
Estas tres ideas han pasado a formar parte de las convicciones fundamentales de Teresa, y se convierten en las piedras sillares del castillo. Ahora, lo importante es ENTRAR al castillo, y no dar vueltas y vueltas en torno, en una vida cristiana mediocre, de mero cumplimiento, y menos aun "derramarse", quedarse totalmente fuera y lejos de esta realidad que nos define y dignifica. La consigna por tanto es que hay que entrar en el castillo, y para entrar, dice Teresa, la puerta es la ORACIÓN. Qué oración? No el mero repetir palabras, sino la oración con consideración, la que nace de la mente y el corazón de la persona, la que sabe lo que dice, por qué lo dice y a quién lo dice. Es que "la interioridad del hombre tiene algo de sagrado. El castillo está habitado por Dios. Entrar en él es relacionarse con Dios en la morada interior, ahí donde la persona es persona, y se halla habitada y citada por la otra Persona". 

 Teresa recuerda, como de pasada, tres tipos bíblicos, como imágenes de quien estando en las márgenes del castillo es invitado a entrar: la mujer de Lot, que se vuelve a mirar atrás y se convierte en estatua de sal (Génesis 19, 26), el paralítico de la piscina de Betsaida, incapaz de encontrar a alguien que le empuje al agua, hasta que se encuentra con Jesús (Juan 5,2/8), y el ciego de nacimiento, que de pronto empieza a ver, también gracias a Jesús (en el libro de Teresa estos tipos aparecen en: 1,6 y 1,8).

 Las llamadas de atención de Teresa para quien va a entrar en el castillo también son muy importantes:
1. Atención al pecado, que amenaza de ruina al castillo.
2. Ahondar en el conocimiento propio, para cimentarse en la humildad.
3. Dilatar la mirada y mirar hacia lo hondo del castillo, poniendo la mirada en aquel que habita en su centro, Cristo. 

 En estas Primeras Moradas, Teresa coloca al principiante entre dos situaciones límite: por un lado está la suma hermosura y dignidad del ser humano, un castillo inundado de gracia; del otro lado, la suma fealdad que es el pecado, el hombre lejos de su meta y de su centro. Invita no al miedo, que nunca conduce al amor, sino a alimentar el sentido del riesgo, y a cultivar "un temor grandísimo de ofenderle" a ese Dios que tanto nos ama. 
No fijar los ojos en lo negro del pecado, sino siempre en la luz de Dios que habita en nosotros, aun si estamos alejados de él. No imaginemos el castillo como algo estrecho o monótono, sino como con anchura y grandeza, que guarda más de lo que imaginamos, y por eso merece esta aventura espiritual a la que somos convocados.

 
Terminemos acá con unos CONSEJOS TERESIANOS para quien decide emprender, pues, esta aventura:
1. Primero, poner los ojos en Cristo, y a su bendita Madre y a los santos como intercesores.
2. Ser conscientes de la situación precaria en la que comenzamos este camino (1M 2, 12).
3. Será un tiempo de lucha, con pobreza de recursos (1M 2,14)
4. Ha de tener temple y espíritu combativo, porque "no dejarán aquí de combatir los demonios" (1M, 2, 15/16).
5. Recordar siempre la meta del camino que emprendemos:"La perfección verdadera es amor e Dios y del prójimo". (1M 2, 17).

 Con todo lo anterior ya Teresa nos ha insinuado lo que encontraremos en las Segundas Moradas....

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...