lunes, 8 de octubre de 2018

TERESA: MUJER Y LÍDER


1. Teresa nace y crece en un ambiente cultural que no favorece su formación femenina integral. Teresa es hija de su tiempo, y ni la cultura profana ni la religiosa ofrecían un terreno propicio para el florecimiento de un ideal femenino. El cliché corriente con el que se asumía el ser mujer era este: sexo débil, carencia de letras (ignorancia cultural), propensión a las alucinaciones (visionaria en ciernes), inconstante, inepta para realizar funciones públicas, necesitada de protección material y psíquica, etc, etc… Ideario tristemente tópico. 

2. Lo mismo sucede en el ámbito religioso que circunda a Teresa: a. Hay una oposición sorda a la cultura de la mujer (se les quitan libros, sobre todo en romance, y ellas no solían leer latín). 
b. Oposición a la práctica de la oración mental por parte de las mujeres (no es para mujeres, mejor que hilen
c. Oposición al magisterio espiritual femenino: famosas las palabras del nuncio papal Felipe Sega en 1577, calificándola de “fémina inquieta y andariega”, que inventa malas doctrinas, ensenando como maestra contra lo que San Pablo ensenó mandando que las mujeres no ensenasen). 
Ella misma se hace eco de estas ideas, a lo que el mismo Jesús le replica en Relación 19. 

3. Todos estos prejuicios antifeministas agravaron el paso de Teresa por las primeras gracias místicas, cuando ella las hizo discernir al primer grupo de teólogos improvisados. Pero a pesar de todo esto la formación femenina de Teresa no sucumbió a la marea, sino que sobrenadó por todos esos escollos: aprendió a leer en su hogar, de seis o siete anos, convirtiéndose en una lectora apasionada, y así lee libros religiosos antes y después de entrar en la Encarnación. La pasión por la lectura la dominará hasta bien entrada su quinta década de vida. Tampoco fue mujer acomplejada en lo social, y manejó la crítica y la ironía con soltura cuando se vio metida en ambientes cortesanos, manteniendo a salvo su autonomía de mujer (Vida 34,3). 

4. Sería puro anacronismo atribuir a nuestra santa una reacción contestataria, al estilo de los radicalismos femeninos de estos días. Quizá no fue consciente del todo del machismo de fondo que dominaba aquel entramado social y religioso, y repetirá muchas veces ella misma el tópico de la debilidad femenina, pero hay en su entorno aspectos antifeministas a los que ella sin lugar a dudas se enfrenta. Por ejemplo: En sus escritos (Camino 1,2; 15,6; 3,7 y CE4,1, que es su manifiesto feminista) deja constancia de sus fuertes deseos de actuar a nivel eclesial y social desde su condición de contemplativa; lo mismo reaccionará con fuerza a favor de la cultura espiritual de las mujeres, y para mujeres claustrales escribirá ella todos sus libros, lo mismo que estará a favor de los libros en romance para sus comunidades, y de evitar “devociones a bobas”. Algunas anécdotas también muestran a Teresa defendiendo con valentía sus derechos de fundadora ante los prelados, y hasta se atreve a comentar, nada más y nada menos, que el CANTAR de los cantares, que traía a mal traer al propio Fray Luis de León

En fin, que TERESA es consciente de que ella y su grupo de mujeres tienen vocación y misión propias en la Iglesia, y está convencía también de que el camino de la contemplación es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Resulta evidente y relevante el liderazgo que Teresa ejerce, marcadamente femenino, conquistando con sus maneras a los que la conocen y arrastrándolos, a la mayoría, en su aventura espiritual. Se muestra ya como líder al convencer a su hermano Rodrigo de escapar a tierra de moros, y luego cuando en la Encarnación se va rodeando de otras monjas, comunicándoles su espíritu, y más tarde al fundar su primer convento de la descalcez. Teresa es capaz de fijar al grupo naciente unos objetivos ideales, con su carisma personal, y a través también de una extensísima correspondencia, enrolando en su obra a muchos hombres, desde obispos hasta santos de la talla de Francisco Borja, Pedro de Alcántara o Juan de Ávila; y no hablemos de Juan de la Cruz o Gracián. Ella debe traspasar a menudo el mando a quienes jurídicamente pueden ejercerlo, pero nunca cederá su impulso inspirador. En ese contexto del que antes hablamos, Teresa es hasta el fin de su vida el primer punto de referencia, corazón y cerebro motor de la obra reformadora que ha puesto en marcha

A esto se debe, con toda certeza, el impacto que produjo Teresa en sus contemporáneos, y el influjo que aun hoy sigue ejerciendo sobre nosotros, sus lectores, sus hijos e hijas espirituales, sus discípulos. Pero aun hay que decir algo más de Teresa y su feminidad: en su vida mística, en su trato con Jesús, ella siempre fue “mujer enamorada”, asumiendo en su trato con él los símbolos esponsales (desposorio y matrimonio espiritual). Ella se siente fascinada por la hermosura de su Señor glorioso, y dice en Vida 37,4: “de ver a Cristo me quedó imprimida su grandísima hermosura, y la tengo hoy día”; también en sus poemas: Oh, hermosura que excedéis a todas las hermosuras…. Y otras. Estos poemas son la más alta expresión de la estética femenina de Teresa. 

(Esta entrada es un resumen del DICCIONARIO DE SANTA TERESA, dirigido por Tomás Álvarez). Esta voz, MUJERES, preparada por Margarita M. Banbridge, stj.

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...