viernes, 11 de octubre de 2013

EL HOMBRE Y DIOS EN EL "CASTILLO INTERIOR" de TERESA.

Ya hemos tocado antes el tema del humanismo teresiano, siempre desde una lectura antropológica de la doctrina de Teresa y del dinamismo que ella indica para la vida espiritual. En el libro de MORADAS o CASTILLO INTERIOR la primera imagen es una visión grandiosa de lo que es el ser humano, grandiosa y positiva, y esta ilumina todo el itinerario del libro, dándole su auténtica contextura teológica. CASTILLO INTERIOR es el libro que narra cómo el ser humano, hombre o mujer, puede llegar a ser en plenitud lo que es su vocación y su destino. Lo tratamos en una entrada anterior, los TRES CONCEPTOS BÍBLICOS sobre el ser humano que aparecen en MORADAS: 
1. Hecho a imagen y semejanza de Dios: partiendo del texto de Génesis, pieza decisiva de la antropología cristiana, Teresa recurre al tema del ser humano, "imagen de Dios".  Así resalta la dignidad humana desde la belleza, dignidad, sabiduría, del mismo Dios. Así el hombre, en el recorrido que propone Teresa, hecho a imagen de su Creador y deformado por el pecado, adquiere poco a poco la imagen de Cristo, imagen de Dios, que había perdido.
2. Somos morada de Dios: Dios vive en el ser humano por presencia, potencia y esencia; es decir, que el ser humano es grande en cuanto grande es su "capacidad de Dios". Ella escribe: "No es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice Él tiene sus deleites". Esta idea pone de relieve la hermosura y gran capacidad del alma. Así nace la necesidad de buscar a Dios dentro de nosotros, pues somos cielo donde Dios tiene su trono en nuestro mismo corazón. Así, esta visión ilumina al mismo tiempo la dignidad de mi prójimo. Teresa escribe a una superiora, a propósito de una religiosa difícil, diciendo: "Si el alma tiene buena, considere que es morada de Dios". La plenitud del camino está en que somos habitados por el Dios Trino, Dios comunión; así, de saber que Dios mora en nosotros llegamos a la certeza de que nosotros moramos en Dios.
3. Un Dios que se comunica: Dios es comunicación, implica esto en Teresa, que es posible el trato y la amistad con Él. Aquí está concretado el proceso de MORADAS, el itinerario del ser humano, la vocación de cada uno. Dios habla palabras de amor, y el ser humano escucha y responde. Es toda una aventura, una búsqueda, un camino... "El hombre puede tener su conversación nada menos que con Dios". Diálogo con la Trascendencia.

¿Y EL PECADO? Teresa es realista, y sin desdecirse de esta visión luminosa con la que abre las puertas del Castillo, pasa a hablar en el segundo capítulo de las Primeras Moradas, acerca del PECADO, de la situación real del ser humano que no vive o realiza la vocación a la que ha sido llamado originalmente. El pecado es condición y riesgo permanente en este camino; entre la vocación del hombre (proyecto de Dios), y su situación real, se entabla todo la dinámica del libro de Teresa: un camino desde lo exterior a lo interior, desde el pecado (ruptura) hasta la Gracia (comunión)...
Tres puntos a pensar:
1. El pecado mortal como situación límite: la imagen de Dios deformada en el ser humano roto, derramado. Tengamos claro que Dios no deja de estar presente, incluso en aquel que está en pecado, pero sin fuerza de comunicación transformadora. El ser humano vive alienado, fuera de sí, esclavo, disperso, en desarmonía, fuera del Paraíso. Sus obras nacen de esta oscuridad.
2. La vida del hombre será siempre existencia conflictiva: Teresa recalca este punto, e insiste en la necesidad de una lucha constante. Estamos divididos y con esta división vivimos.
3. El pecado como riesgo permanente: Teresa no se recrea en la descripción del estado de pecado, sino que busca  evidenciar parte del misterio que nos acompaña en la existencia: somos pecadores. esta también implica ser conscientes de la necesidad de redención, de la constate conversión, de las secuelas del pecado, de los cantos de sirena, del peligro de mirar atrás y, como la mujer de Lot, quedarnos convertidos en estatuas de sal. Todas las moradas estarán marcadas por este saludable riesgo del pecado que pone al hombre en situación de lucha y le invita a ahondar desde la humildad en el conocimiento propio, y desde la oración, en la necesidad que tenemos siempre de Dios... "Porque si Él no nos guarda la ciudad, en vano trabajaremos, pues somos la misma vanidad".

FRANCISCO HABLA DE TERESA

“En la escuela de la santa andariega aprendemos a ser peregrinos. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida ...