PRIMERAS MORADAS: MORADAS DEL DESPERTAR, DEL
CONOCIMIENTO PROPIO. Presentación de los protagonistas de la historia. Ofrece
su visión de Dios y del hombre. Nos invita a “caer en la cuenta”, a la interioridad y a la amistad, es decir a la
ORACIÓN.
Visión
positiva de la persona humana (humanismo teresiano: importante
detenerse y hacen hincapié en esto; punto de partida sano para este itinerario).
Grandeza del ser humano, abierto al diálogo con Dios, misterio de la persona y
su interioridad. Invita a PONER LOS OJOS EN EL CENTRO (Esto es: orientar la
vida hacia las fuentes del ser). No es saber sólo que Dios está, sino que
participemos de su vida, un “estar” radical. Luego habla de cómo el pecado
oscurece la visión del ser humano (aunque Dios no deja de estar); supone
desarraigo y descentralización, esclavitud, exteriorización. Teresa quiere
hacernos ver que ese hombre débil, marcado por el mal, es al mismo tiempo capaz
de Dios, Dios es su riqueza.
Dios vive
siempre en el centro, siempre; es una presencia creadora de vida y
fuente de luz. Dios se comunica, bendice, regala, redime. Dios es el centro de
la historia que narra Teresa, el protagonista de esta progresiva humanización a
la que estamos llamados (salvación). Dios se comunica para revelarse, y se
revela, dándose, porque es bueno, no el hombre sino Dios. Gratuidad del don.
Importante conocer a ese DIOS AMOR. No poner tasa a sus obras, considerar estas
cosas con plenitud y anchura, Dios hacedor de imposibles. Amistad entre Dios y
el ser humano. Como decir: con este DIOS AMIGO van a tratar, ábranse a él. Esta
es la CLAVE del comenzar, nada de despreciarse uno mismo o de imaginar un Dios
intratable.
Conocimiento
propio: Orar es conocerse. A teresa le importa mucho este paso.
Estas son las moradas del conocimiento propio, descubrir lo que somos, y
establece equivalencia entre este conocerse y la humildad. Así, salir luego de
nosotros mismos y volar a Dios; no quedarnos en la culpa, considerar la
grandeza de Dios en nosotros, el amor creador que nos habita. Dios es principio
de todo lo bueno en nosotros, tener la certeza de que contamos con Dios para
este conocernos y conocerle, porque esto nos hace fuertes y aguerridos.
La
oración: La puerta para entrar al castillo, es decir, para entrar en
el conocimiento de Dios y de sí mismo. Convertirse a Dios y a sí mismo. Entrar…
aunque sea con mil negocios entre manos todavía. Queremos empezar un camino nuevo,
pero muchas cosas nos atan todavía, nos limitan, nos pesan. Dispersión y
derramamiento, exteriorización, debilitamiento espiritual y moral. Teresa nos
invita a hacer de la oración una forma de vida, aun en estas condiciones.
Para
ello, invita: “Pongamos los ojos en CRISTO, nuestro bien, y allí aprenderemos
la verdadera humildad (conocimiento)”. El itinerario de Teresa es siempre
esencialmente CRISTOLÓGICO.
Imágenes
bíblicas de esta primera morada: Génesis 1, 26 (nos creó a su
imagen y semejanza); San Juan (Dios vive dentro de nosotros, hay muchas
moradas, el alma del justo un paraíso). Tipologías: La Magdalena y el Ciego de
nacimiento (El amor gratuito de Dios), la mujer de Lot (El hombre que mira
fuera, exteriorizado, se vuelve estatua de sal).