PROTAGONISTAS DEL LIBRO:
1.
DIOS: Dios
está en el centro, Dios Trinitario, Dios amor. Una certidumbre que llena y
produce gozo. (Vida 18, 15, y 5M 1, 10). La experiencia de Dios habitando en el
centro del alma es la piedra angular de la experiencia teresiana. Dios, que es
fuerza y luz, y tira del hombre hacia adentro. Dios siempre toma la iniciativa,
ES QUIEN LLAMA, Y SE ofrece, COMO Dios, esposo, amigo…es DON. Siempre es FIEL, incluso cuando no lo somos
nosotros, y su deseo es la UNIÓN. De una visión así de Dios nace una actitud
interior del ser humano. La revelación de Dios implica al mismo tiempo
revelación del ser humano.
2.
EL SER
HUMANO: Relación estrecha entre estos dos protagonistas. En y desde
Dios es como el ser humano da con la profundidad de su ser. Eliminando a Dios,
el hombre se cierra el paso al descubrimiento de su propia identidad y
plenitud. Dios nos abre a la experiencia vocacional: miseria y dignidad,
llamado y renovación, transformación dinámica. Le descubre CAPAZ, le abre al
propio MISTERIO. Alternativa: ¿Dónde pones tu hogar, dentro o fuera? Dentro es
personalización y libertad; fuera es despersonalización y esclavitud. El ser
humano está ordenado a Dios, abierto por vocación al infinito, puede hablar con
Dios. (Cuentas de conciencia 41, 2). La
interioridad humana: mundo fascinante, mundo sin explorar, mundo en el que
debemos entrar para llegar a SER.
3.
LA
ORACIÓN: Esta es la palabra clave del libro, el enlace entre los dos
protagonistas, la concreta relación entre Dios y el hombre. Es riqueza plena de
matices, algo vivo y dinámico, interiorización y profundización. Relación con
la Persona que nos hace personas. No es un camino hacia una interioridad
meramente intimista, sino camino hacia la plenitud personal, que implica
encuentro con el otro, relación, comunidad. No huimos de nada, buscamos una
Presencia, un Alguien. Para Teresa, la oración es síntesis del camino
espiritual, elemento básico de todo discernimiento, es AMISTAD, un modo de ser
aquí y ahora. La oración es transformante, generadora de una nueva identidad
personal.
Terminamos esta primera parte, diciendo algo sobre el CONCEPTO DE “MORADA”:
Teresa no
pone en cuestión la posibilidad de comunicación y encuentro entre Dios y el
hombre, es algo incuestionable. Así, hablar de “Moradas”, es hablar de: comunicación
de Dios (Elemento místico); Dios presencia viva y actuante en todo el
proceso de la vida espiritual, desde el principio hasta el final del camino.
Luego, acción del hombre, esfuerzo ascético, respuesta a la acción de
Dios. La gracia que recibe la persona de modo responsable opera una
transformación espiritual en sentido positivo (acoge y responde), y en sentido
negativo (renuncia). Así, todo lo anterior, gracia recibida y respuesta dada,
queda encerrado en la palabra y concepto de ORACIÓN, modo concreto de comunicarse
la persona con Dios.
Hablamos
de un TRIPLE
BLOQUE en este itinerario:
a.
Moradas
ascéticas: de la primera a la tercera. Predomina y resalta el esfuerzo
de la persona por responder a la llamada y a la gracia.
b.
Morada de
transición: Cuarta morada. Sirve de enlace o puente, morada fronteriza.
Sintetiza y armoniza la incipiente vida mística con el esfuerzo ascético de la
persona.
c.
Moradas
místicas: de la quinta a la séptima. La acción de Dios se hace cada
vez más arrolladora y experimentable. Dios marca el ritmo y lleva la
iniciativa, y el ser humano “padece” la acción de Dios y responde.
En
realidad no es este un itinerario lineal, consecutivo, sino que luego cada
persona ha de saber que su camino hacia Dios es único y que la experiencia de
Teresa pretende ofrecer unas pautas de orientación y luz. No hay tampoco
moradas puramente ascéticas o místicas, y es básico saber distinguir los
fenómenos místicos del contenido de la mística, pues la abundancia de los
primeros puede hacernos perder de vista lo esencial.
Teresa nos abre el camino, comparte su
experiencia, pero nos toca a nosotros adentrarnos luego en el Misterio.